lunes, 17 de enero de 2011

Al fondo, en perspectiva, Bon Scott

Un zapping crepuscular me hizo ver un fragmento de Operación Triunfo este domingo. En el escenario, una chica de muy buen ver y, colijo, de mejor tocar, llamada Pilar Rubio -era morena-, decía, micrófono en mano, algo parecido a esto: "Dicen por ahí que en Operación Triunfo sólo suena salsa. Pues se equivocan, en Operación Triunfo también hay espacio para el rock y vamos a dar caña". Al oír la palabra caña en boca de una presentadora de OT, mi mente la asoció en seguida al tallo de las plantas gramíneas, nunca, en ningún momento, se me pasó por la cabeza que sobre ese escenario apareciese un digno émulo de Bon Scott, por decir sólo un rockero. Y, efectivamente, lo siguiente que se materializó en pantalla fue el tallo de una planta gramínea con minifalda intentando imitar a Janis Joplin, con su guitarra y todo. Pero lo peor estaba por llegar -o lo mejor, según se mire-. En medio de la actuación, cómo si se tratara de los títulos de crédito de una teleserie de sobremesa venezolana, apareció el rostro -primer plano en blanco y negro- de la que estaba aniquilando el legado de la buena de Janis en un montaje hecho en un momento anterior a la actuación, que se supone en directo. Sobre el breve montaje blanquinegro y sobre el intento de imitación de Janis Joplin -sí, sí, todo junto-, sonaba una voz en off que decía: "Mírame a los ojos, verás que las ingenieras también pueden ser rockeras" (¿?).  Aún no me había recuperado del ataque de risa cuando, sin solución de continuidad, apareció sobre el escenario un segundo tallo de planta gramínea cantando una canción de Whitesnake. La imitación se quedó en culebrilla de río. Por supuesto, a mitad de la interpretación se coló un montaje en blanco y negro con el interfecto, atención, rompiendo un espejo con una maza (¿?).

Recuperados mis músculos risorios de los espasmos de la carcajada, pensé que a lo mejor OT se había convertido en el nuevo órgano de difusión del movimiento surrealista y que, bien pensado, aquéllo era una genialidad digna de un Dalí, a la altura de la simbología y de la fuerza del huevo colgado de una concha por un hilo de "La  Madonna de Port Lligat"... ya estoy viendo la composición: en el interior del vientre hueco de Pilar Rubio, el tallo de una planta gramínea con casco de obrera -es ingeniera- atraviesa como un puñal el cuerpo de una guitarra acústica. Trocitos de espejo laceran los sobredimensionados pechos de Pilar -dualidad sexo y muerte-, mientras una culebra de río se enrosca en el mango de una enorme maza que ocupa toda la parte derecha del lienzo -simbolizando la represión sexual conservadora-. El cabello de Pilar es largo y negro, el vello de su pubis, rubio -simbolizando la confusión que produce el amor erótico-. Al fondo, en perspectiva, un Bon Scott empequeñecido por la distancia, se lleva las manos a la cabeza.


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